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ESPECIAL "MUERTE DE UN POETA": LEOPOLDO MARIA PANERO 3/2014


AMISTAD Y DELIRIO:
BLANCA ANDREU RECORDANDO A SU AMIGO LEOPOLDO




"Blancanieves se despide de los siete enanos

Prometo escribiros, pañuelos que se pierden en el horizonte, risas que palidecen, rostros que caen sin peso sobre la hierba húmeda, donde las arañas tejen ahora sus azules telas. En la casa del bosque crujen, de noche, las viejas maderas, el viento agita raídos cortinajes, entra sólo la luna a través de las grietas. Los espejos silenciosos, ahora, qué grotescos, envenenados peines, manzanas, maleficios, qué olor a cerrado, ahora, qué grotescos. Os echaré de menos, nunca os olvidaré. Pañuelos que se pierden en el horizonte. A lo lejos se oyen golpes secos, uno tras otro los árboles se derrumban. Está en venta el jardín de los cerezos. "
  Conocí a Leopoldo allá por el año oncemil antes de Cristo, en el Universal, que entonces era el bar de moda de Madrid.  Estaba yo sentada dulcemente en mi mesita cuando de pronto se me acercó y me espetó: -¿Sabes lo que te pasa a ti? ¡ Lo que te pasa es que has hecho el bachillerato con muy poco aprovechamiento!  -¡ Qué gran verdad!-le respondí. Era completamente cierto. ¿Cómo lo sabía él? ¿ Por el misterio de la clarividencia del poeta o del loco ? La segunda vez que lo vi fue en la Biblioteca Nacional. Nos había citado Sánchez Dragó para hacernos una entrevista junto con mi querido Julio Llamazares.  Pues bien, llegamos, Leopoldo se metío al cuerpo ene yintonics ( eran las diez de la mañana) y se cayó de la silla en plena grabación. Hasta ahí, todo bien. Después nos fuimos a comer a Recoletos, a un restaurante muy fino. Pagaba el programa, así que Leopoldo continuó a su ritmo, aderezándose con alguna vodkita y tintorro a tutiplén, y dale que te pego a los yintonics. De pronto, en uno de esos silencios que se hacen en los restaurantes de cuando en cuando va y me suelta a voz en grito:-¿Tú, Niña de Provincias, por qué no nos vamos a follar?  ¿Pero no era homosexual? A lo mejor lo dijo porque yo era muy andrógina a esa edad. O tal vez sólo por asustarme y abochornarme, cosa que logró.  Así que me enfadé con él y lo taché de mi lista, pese a lo mucho que me había gustado de adolescente "Así nació Carnaby Street", que siempre confundí con el título que debería haber llevado, "Así nacio Cannabi Street".

Años más tarde,  cuando los petardos que hicieron correr por la red el bulo de que "me había retirado"-incluida la trolera wiki-estaban a punto de conseguir que me retirara de veras, leí esto en una entrevista de Leopoldo:   "-Yo no leo a mis contemporáneos, debería contestarte. Pero la verdad es que de los vivos me interesa Félix de Azúa, Antonio Colinas, sobre todo su libro «Sepulcro en Tarquinia». De Gimferrer lo que me gusta es «La muerte en Beverly Hills» y su poesía en catalán, lo demás es un poco cursi. También leo a Gamoneda, a Juan Gelman... Lo que no me gusta es leer a los jóvenes. Bueno, a Blanca Andreu sí la he leído. No me llevo bien con ella, pero me gusta. Pero lo que más me interesa en español es el barroco: Góngora, Quevedo no tanto. Juan de Jáuregui, los Argensola, el conde de Villamediana... Un poco Cernuda, unas gotas de Lorca, me gustan sobre todo los «Sonetos del amor oscuro», y nada «Poeta en Nueva York». Pero lo que de verdad me conmueve es la poesía norteamericana moderna (Allan Tate, Marianne Moore...), pero no la poesía beat (Ferlingetti y todos esos). No me gusta la poesía conversacional. Hay dos líneas en la poesía norteamericana: la que viene de Whitman, coloquial y prosaica, y la que viene de Poe, esteticista y perfecta. Ésta es la que me interesa a mí. Y de la que me siento heredero. " ( Entrevista a Leopoldo  María Panero. Angeles López. "el loco que acecha en el jardín) Para mí fue el mayor piropo que me han dicho en mi vida literaria. Porque gustar a la gente con la que te llevas bien no tiene ningún mérito.Por otro lado, eso también me dijo mucho de su generosidad. GRACIAS, LEOPOLDO. Tu comentario me llegó en el momento más oportuno. Por su hermano Michi-que era de la casa-supe cómo le chulearon gentes que se acercaron a exprimirlo, en especial un italiano que lo sacó del manicomio de Mondragón, donde podía salir los fines de semana a emborracharse, como diría Rabelais, "hasta las sandalias ", y donde además recibía una pensión jugosa de la Yeneralitat Vasca, para llevarlo a Canarias, lugar donde pasó de estar ademenciado  pero con ciertas comodidades a ser un loco pobre como un poeta sin pensión, y donde sufrió lo indecible. «Y mi corazón temblaba pero era un sueño y fueron muriendo muchos soldados de la guardia del Rey  pero mi corazón seguía temblando». Este poema lo compuso Leopoldo a los cuatro años de edad.Parafraseando a Ginsberg, " la mejor mente de su generación  destruída por la locura". 

Cuando tenía quince años, ya huérfano de padre ( "si tú supieras los palizones que me daba " ) doña Felicidad Blanc lo ingresó en un psiquiátrico POR CAZARLO FUMANDOSE UN PORRO DE MARIHUANA. Desde entonces, no hizo más que entrar y salir de los frenopáticos, electro shock va, electro shock viene. Decía que la cárcel, donde estuvo cuatro meses, era un planazo comparado con los manicomios. 
 

Y yo me pregunto ¿ no estaba su bella y vanidosa madre muchísimo más loca que él? Delenda est Cartago.

 
"Pero no sólo los mendigos, padre, van al paraíso
van también aquellos que aun más asco dan
también estos mendigos del ser que acechan
a la puerta del manicomio"
 

Adolfo Esdrújulo ha dejado este mensaje en los comentarios. Como me parece muy bien informado ( ya que mis noticias a través de Michi cesaron por su enfermedad y su muerte en el 2004 ) no puedo menos que transcribirlo aquí:

Sólo quería apuntar que en Las Palmas hubo gente que lo quiso, lo acompañó y lo cuidó hasta donde se dejaba. Traté a Leopoldo casi a diario entre 2000 y 2008 y de forma más espaciada, después. Leopoldo pasaba las mañanas en la cafetería de la Facultad de Humanidades, rodeado de estudiantes, gastando bromas a diestro y siniestro, y las tardes en la Cafebrería Esdrújulo, casi siempre acompañado. En su peregrinar de hospital en hospital, en Las Palmas fue donde más tiempo estuvo (casi 17 años). En 2001, después de anunciarlo repetidamente, se 'escapó' del Psiquiatrico de Las Palmas y se internó en el Clínico de Madrid... A los pocos meses volvió. Cuando le pregunté por qué había vuelto me dijo que aquí (en LPA) por lo menos tenía amigos, y en el psiquiátrico, un jardín por donde pasear. No sé si vivió aquí peor que en Mondragón, eso sí, echaba de menos las numerosas entrevistas que, según decía, le hacían allí.
 
 
 
 
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