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LEER O NO LEER POESÍA,

ÉSA ES LA CUESTIÓN






 
Opina: JOSÉ M. TAPIADOR
 
 
<< La poesía nace de la más onda y oscura raíz de nuestra vida, del "yo" más profundo. Conectar con ella no significa quebrarse la cabeza ni buscar lo enrevesado. Es mucho más simple: es degustar de un buen vino, una exquisita fruta o un día soleado, es algo que nos enriquece ante el mundo y nos amplia la visión de la filosofía.
 
"La poesía no es algo que deba encontrarse fortuitamente
sino algo que uno debe buscar adrede para sí mismo".>>


 
 



 
 
ADN Cultura
 
Debate. ¿Cuánto hay de prejuicio y cuánto de verdad en la afirmación de que los lectores no frecuentan el género lírico? Poetas y editores opinan y arriesgan hipótesis; desde la certeza de que los poemas también habitan el discurso filosófico y el narrativo hasta las barreras del gusto y la comprensión
 

Yo no leo poesía, no me gusta, no la entiendo: ¿Cuánto hay de prejuicio y cuánto de verdad en estas ideas que circulan a menudo incluso entre lectores y hasta entre estudiantes de Letras? ¿Por qué se instalaron estas afirmaciones con tanta fuerza?
La poeta Alicia Genovese entiende que hay algo de superficial al afirmar que no se lee poesía, entre otras cosas, porque es un género que atraviesa muchos otros mundos, como el de la filosofía, la narrativa, la música. "Siempre hay poemas que se contrabandean y, cuando las personas la encuentran, les gusta", dice. Y relativiza, también, la realidad del "no se lee" al apuntar: "Todo el tiempo se pone en jaque esto que discursivamente es tan fuerte y tiene que ver con la circulación de la poesía, que es muy amplia, que tiene ciclos de lectura muy importantes, que hace que se venda poesía. Porque eso también se repite: la poesía no se vende".
La poeta Paula Jiménez España considera que la sociedad de consumo prefiere lo útil. Pero se pregunta: "¿Qué es útil? ¿Romeo y Julieta? ¿Cien años de soledad? ¿Un poema de Leónidas Escudero? El arte no es útil o es absolutamente útil. Pero pensar en términos de utilidad es ajeno al poeta". Cita a Diana Bellessi, que habla de que la inutilidad es una de las virtudes del poema y compara a la poesía con la idiota de la familia, la que se hace la idiota y así puede decir cosas que los demás no.
Jiménez España cree que la idea de que no se lee poesía se sustenta, también, en una falta de estimulación del mercado, lo que hace que se tenga menos acceso y las personas estén menos familiarizadas con esta propuesta que es bastante particular en relación al lenguaje y que requiere de una actitud activa frente al texto, mucho más que si se lee otro tipo de literatura.
Para Santiago Sylvester, director de la colección de poesía El pez náufrago de ediciones del Dock, el tema de que se lea poco es una queja que no vale la pena y es una idea que ha existido siempre. "La poesía es un conocimiento bastante complejo que no es solamente por diversión; propone una forma de entender el mundo. Entonces entrar en ella implica tomarse un trabajo".
El poeta y traductor Rodolfo Alonso se centra en la "sociedad del espectáculo". Cita a Guy Débord como el primero que logró visualizarla de este modo. "Y por si hubiera dudas, fue nada menos que André Malraux, por aquel entonces precisamente del lado opuesto, quien lo ratificó: 'El mundo se separa del hombre para volverse espectáculo'. Lo que en un tiempo fuera la culpa más temida y execrada, el pecado de escándalo, se ha vuelto ahora la norma, el criterio. Todo se exhibe, todo se desacraliza", señala Alonso.
Este poeta, miembro de la legendaria revista "Poesía Buenos Aires", agrega que "la gran poesía resulta indigerible para la sociedad de consumo". Y enfatiza: "Por más que mediocres o mejores intenten adaptarse, maquillarse, infiltrarse, la verdadera poesía sigue resultando irreductible. ¿Y cómo no habría de serlo si no requiere comprar siempre el último modelo, el último artilugio? ¿Si basta en realidad, para que colme una vida entera, incluso con recordar un solo verso, inefable, único, ricamente polisémico, del que hasta se olvidó a su autor?".
Carlos Pereiro, director de Ediciones del Dock, con 25 años de experiencia frente a esta editorial independiente, comenta que a las grandes editoriales no les interesa la poesía porque no es negocio. "En un mercado cada vez más concentrado se rigen por una cuestión de costo beneficio. No importa la literatura. A ese lugar lo venimos a ocupar las editoriales chicas", dice. "Antes leía un bancario, un docente. Ahora quedó circunscripta a la gente que escribe poesía. Se ha perdido el interés del lector común porque se ha vuelto muy tribal la poesía, muy de capilla, una cosa críptica en un punto", opina.
El director de la revista de poesía La Guacha, Claudio Lomenzo, comenta: "Me parece que cierta poesía no se entiende y por eso algunos lectores escaparon de ahí. La diversidad, la complejidad, ese regusto desapareció en la década del 90 y quedó una poesía que no se encauzó tanto en el lector".
Para Pereiro, otra de las razones por las que no se venden más libros de poesía radica en cómo llegar a las librerías. "Cuando nosotros empezamos en los '80 había sólo dos librería que recibían poesía. Después con esto de que empezaron los ciclos de lectura algunos otros le prestaron un poco más de atención y hay varias librerías que tienen una mesa, pero tampoco son tantas", dice.
Y trae a colación la crítica que le exponen los libreros: "Los poetas tienen la costumbre de regalar los libros, como si su esfuerzo no valiera la pena. Entonces los libreros te dicen que si a las cincuenta personas que podrían comprar se les regalan los libros, de qué sirve que los expongan en sus vidrieras. Ahí tienen razón: vos no encontrás un narrador que regale sus libros, en cambio, los poetas los distribuyen como si fueran caramelos".
¿Cómo motivar la lectura de poesía? Para Genovese, la escuela tiene un rol fundamental. "Ahora casi no se da poesía. En mi secundaria leíamos a los clásicos y esa experiencia me abrió las puertas para el resto de la vida. Para un adolescente, que le hablen de carpe diem era muy estimulante", dice. Según cree, esta institución forma parte del prejuicio del "no leo poesía". Explica que el 80% de los estudiantes de Letras trabaja en docencia y, si no tiene el gusto por la poesía, tampoco lo transmite.
Jiménez España también rescata el rol de la escuela. Y cuenta una anécdota que la marcó: "Supe que durante la revolución nicaragüense, antes de alfabetizar a las personas les daban talleres de poesía. La poesía estimuló tanto las ganas de leer que la gente quiso alfabetizarse. Alguien leía un poema y el coordinador los motivaba a pensar a qué les sonaba la palabra. Ahí te dabas cuenta de cómo la poesía resuena por su misma definición en el alma de la gente y cómo estimula la actividad intelectual".
Para Sylvester también hay mucho por perder si no se lee poesía: "Sin arte la vida no tendría este sentido de fondo, sería un vacío, un hueco. Por algo el arte acompaña a la humanidad desde las cavernas". Apunta Genovese: "Leer poesía es como abrir los ojos a una realidad que no está. Es lo más cercano al invisible que yo puedo leer". Lomenzo concluye que "incluso los mismos que dicen que no se lee encuentran ese refugio de verdad, belleza y emoción en la poesía"..





 

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