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MARWAN: POETA EN EL ASFALTO 






Marwan nació en el barrio de Aluche en Madrid en 1979, hijo de padre palestino y madre española.[1] A los 15 años se compró su primera guitarra para tocar música heavy con sus amigos,[2] pero los discos de Serrat y Silvio Rodríguez que siempre sonaron en casa; y sobre todo cantautores de la generación de los 90 como Ismael Serrano, Tontxu y Carlos Chaouen, hacen que se acabe orientando hacia otra forma de componer. El cantautor estudió la carrera de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en el I.N.E.F de Madrid y en aquel momento no pensaba en dedicarse a la música profesionalmente como hace en la actualidad. Sin embargo cuando se encontraba en el último año de la carrera editó su primer álbum: Principio y fin.[3]
Compone canciones unas veces por necesidad y otras por pasarlo bien. Posteriormente bebe de las más diversas influencias desde rock anglosajón a Manu Chao o Iván Ferreiro y autores coetáneos a él como Luis Ramiro, Andrés Suárez o Funambulista.
Con su música ha realizado giras por diversos países de Latinoamérica y de Europa. En enero de 2009 actuó en Ramala y previamente en noviembre de 2007 se había presentado en Jerusalén para actuar en el Festival de Otoño de la Música. Pero también se presentó en Colombia, México, República Dominicana, Argentina, Chile y Uruguay.[4]
En 2011 además de lanzar el disco "Las cosas que no pude responder" Marwan editó un libro de poemas llamado "La triste historia de tu cuerpo sobre el mio" que ha alcanzado los primeros puestos en las listas de ventas del país, con más de 12.000 copias vendidas.
El 12 de julio de 2013 dio un recital en el Teatro Circo Price[5] ante 1.800 personas. En el escenario lo acompañaron figuras consagradas de la escena musical: Pedro Guerra, Jorge Drexler e Ismael Serrano. Con este concierto concluyó en Madrid la gira "Las cosas que no pude responder", sumando 180 presentaciones.[6]
Su próximo disco se espera para el primer trimestre de 2014.[6






SELECCIÓN DE POEMAS





FIN DE AÑO (del libro "La triste historia de tu cuerpo sobre el mío" de Marwan)


En un par de días acabará este año
y comenzará uno nuevo,
el primero en que ya no te necesite.

Conduzco el pasado con calma hasta el desguace
y la verdad es que no sé si me alegra del todo
saber que me ha llevado cinco años
superar algo que entendí en cinco minutos:
que nuestra historia era imposible
como mirar la silueta de la lluvia.
Pero ya ves, nunca he sido diestro
en las tareas del olvido,
nací sin saber descifrar bien
la caligrafía de un adiós.

Resulta agotador que en nuestras cabezas
siempre tenga que ser todo para siempre,
y es jodido entender que formo parte
de ese ejército de hombres tristes
del que suelo hablar en los poemas cuando no hablo de mí.

Y no es hablar de una edad en que
el sudor dictaba el horario de las sábanas
ni de tu dulce recuerdo
cuando me hacías el amor en la cocina.
No es eso. No siento nostalgia de ti,
sino nostalgia de mí,
del chico que se atrevía
a tener una cita a ciegas con su destino
y volvía, quizá golpeado, pero convencido.

Buscábamos olvidar y lo logramos.
Aquí te dejo la herida de la victoria,
de entender que ese olvido
es saber que en el fondo
no fue posible nuestra historia
y que ahora hay que desaprender el camino
que conduciéndome a esa ciudad llamada nosotros

me llevó tan, tan lejos de mí.


La batalla más grande del mundo


Cada vez que una madre acaricia a su hijo.
Cada vez que una persona devuelve el cambio de más que el tendero le dio equivocadamente.
En cada llamada a alguien que de verdad lo necesita.
En las manos de un enfermero que gasta los mejores años de su vida cuidando a otros que tuvieron menos suerte.
Cada vez que respiras un segundo tras un ataque frontal y no devuelves los misiles.
Cada vez que dimite avergonzado un ministro por coherencia ante un error inasumible.
Cada vez que una señora es ayudada a cruzar la calle.
En la noticia en que se dona la patente de una vacuna milagrosa que salvará de la muerte a África.
En el click del donante anónimo en la web de la ONG que confirma 12 euros al mes.
En el hombre que despierta deseando el bien en todas partes.
En la cabeza de quien respeta a quien camina por la otra orilla política, en las antípodas de su ideología.

Cada vez que esto sucede, en todos estos lugares la luz está arrinconando a la oscuridad.
Conviene acordarse de esto de vez en cuando,
porque a menudo pensamos que la vida eso sólo lo otro,
la ausencia absoluta de luz,
el egoísmo,
el agravio

y la condena.



Dos mitades


Cundo los cuerpos ya no saben dónde están,
cuando nuestras bocas ya han perdido el pasaporte
y viajan sin fronteras por el vientre.

Cuando la noche suda a través de nosotros
y lo inesperado es sólo una forma del lenguaje,
cuando los sentidos aplastan la prudencia
y la lengua busca rincones donde hilar una epopeya.

Cuando la ropa va dibujando un sólo mapa por el suelo
y las manos anulan en un sexo toda lógica
y la piel es el lugar donde se inicia un paisaje.

Cuando de tanto mirarnos nos salen verbenas en los ojos
y el olvido va escribiendo su epitafio
y por eso todo empieza.

Cuando nos desabrochamos la cordura
tú a mi
yo a nosotros
y el proyectil vuela
e impacta sobre todos los que piden sensatez y recato.

Correrse juntos es la forma más bella de espantar a la soledad,
de desalojar de entre las piernas a la angustia.

Una mujer.
Un hombre.
Dos mitades de un mismo orgasmo
y una cama masacrada
y una sábana que pierde la calma
que pide un bis,
que gustosos,
tras recuperar el aliento,

le volveremos a conceder.


Sobre el deseo y otras cuestiones (Fragmento del libro-disco "Apuntes sobre mi paso por el invierno")


Antes de esto estuvo el "después",
la ciénaga infinita que deja tras de si el amor cuando termina.

La vida era solo un paisaje roto que se colaba por la ventana.
Intentaba adelantar a la realidad por la derecha
bajando al sótano de las pasiones sin domicilio.
Así me encontré de golpe
con las paredes desconchadas del sexo por el sexo.
Fui de cuerpo en cuerpo Buscando Trofeos,
Estrellando Mi Piel Contra La Madrugada
para despertar Al Día Siguiente
y comprobar que todo aquel deseo era un cofre vacío.
Estuve demasiado tiempo forzando el motor,
cargando el rifle por los bares,
buscando a la mujer que me hiciera una herida
por encima de aquella herida,
el nombre que tapara su nombre,
imaginándome que era cierto aquello de que
un clavo saca a otro clavo
y lamentablemente no lo era,
al menos allí no.
Fui incapaz de hallar el Amor Entre Tantos Amores.
No encontré ningún corazón de recambio
con el que despistar al invierno.

Allí estaba yo como un niño de 28 sin regalos,
un joven pidiendo tregua a las puertas de la tarde.
Era un envase vacío.
Cuantos más camas frecuentaba más se hundía el piso,
porque cada vez que desnudaba un cuerpo esperaba respuestas
y el sexo sin fondo trae virutas de placer
pero no felicidad en manada.

Que la belleza y el deseo son dos hermosas fieras
que con facilidad inaudita pueden
torcer la biografía de cualquier hombre respetable.

No estaba preparado para eso.
Nadie espera tener que librar otra batalla tras la batalla.
Fue duro comprobarme solo,
exiliado de mí mismo.
No estaba preparado.
Aprendí que surfear de cama en cama solo trae más soledad,
que la soledad se llamaba Octubre
y es un trabajador a jornada completa.

Que la soledad es mucho más
de lo que tardas en dar con otro cuerpo
y que cuando no es algo buscado es un mal negocio.




























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